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La historia de los alerones pioneros de Rodger Freeth

Desde hace unos pocos años es común ver alerones y otros aditamentos aerodinámicos en las motos que participan en las carreras de MotoGP y en el WSBK. Como casi todas las innovaciones que tienen buenos resultados, al poco tiempo se añaden en los modelos estrella del catálogo de motos de calle.

Es cierto que durante la larga historia del motociclismo deportivo han existido algunos ejemplos del uso de alerones o aletas, como los que usaron una vez las MV Agusta o las pequeñas aletas de algunas Suzuki RG 500 de GP a finales de los 70. No obstante, ningún ejemplo fue tan llevado al extremo como el conjunto de alerones que el neozelandés Rodger Freeth montó en su Yamaha TZ 750 A en 1977.

Freeth fue una leyenda del motociclismo deportivo en Nueva Zelanda durante buena parte de la década de los 70 y de los 80 del pasado siglo XX. Fue ganador de multitud de carreras y campeonatos en diferentes especialidades y cilindradas de motos de carretera en su país.

Con 22 años, siendo estudiante de astrofísica (carrera en la que se doctoró en 1984), empezó a estudiar la manera de conseguir agarre extra en su motocicleta de carreras que, por aquel entonces, era una Yamaha TZ 750. Dejando a un lado los caminos clásicos de experimentación con las suspensiones y neumáticos, empezó a estudiar las fuerzas de empuje que pudieran ejercer unos alerones o alas sobre los neumáticos, especialmente el delantero. Su objetivo era encontrar la fuerza de empuje suficiente  sobre ese neumático para que, estando en mitad de la curva, siguiera teniendo carga.

Cuando una moto se encuentra tumbada, el peso que recae sobre el neumático es muchísimo menor que al andar en línea recta. Sin nada que ejerza presión durante una curva, la suspensión delantera no transmite el peso o fuerza necesario para mantener un agarre óptimo del neumático delantero, a diferencia de cuando circulamos en linea recta, donde sí disponemos de esa fuerza hacia el neumático. Rodger Freeth se puso a estudiar una solución y, usando los recursos del departamento de astrofísica de la universidad donde estudiaba en Auckland, diseñó lo que estaba buscando, un juego de alerones delanteros y traseros para su moto.

Freeth lo calculó todo al milímetro y ejemplo de ello fue que, para evitar movimientos parasitarios y que toda la carga ejercida fuera directamente a cada eje de la moto, montó los alerones delanteros directamente en el guardabarros delantero haciendo una sola pieza con él. Por su parte, el trasero lo ancló con un ingenioso y simple eje en forma de Y invertida sobre el basculante trasero, atravesando el colín de la moto.

El invento tuvo éxito y Rodger consiguió mejores tiempos por vuelta con la TZ de alerones que sin ellos. Sin embargo, por presiones del resto de participantes en los diferentes campeonatos, la federación neozelandesa prohibió la utilización primero del alerón trasero y finalmente también de los delanteros, esgrimiendo cuestiones de seguridad en caso de caída o choque entre pilotos. La VIKO TZ 750 A  (nombre que Freeth puso a su moto) sólo disputó tres carreras con alerones, una de ellas con todo el kit completo.

Freeth no insistió más en el tema y cambió de moto y equipo, entablando una larga y prospera relación con Ken McIntosh, pilotando las famosas McIntosh/Suzuki. No obstante, había abierto una puerta al diseño aerodinámico para las motocicletas de competición que a día de hoy está en pleno auge.

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